La importancia de los vínculos familiares en los accidentes de trabajo
Krall (1.953), estudiando niñas frecuentemente accidentadas, encontró que exhibían una agresividad superior a la de niñas de su edad, siendo el hecho atribuído a las frustraciones sufridas, al autoritarismo y a la rigidez de la atmósfera familiar. Le Shan (1.952), aplicando un cuestionario a un grupo de poliaccidentados y a otro que sufrió pocos accidentes, llegó a dos conclusiones sobre las personas involucradas en situaciones de accidentes: poseen tendencias orales agresivas, además de una pobre resolución del complejo de Edipo.
Al estudiar un grupo de sujetos que tuvieron muchos accidentes, Csillag y Hedic (1.944) observaron que el 54% de los sujetos habían perdido, durante la infancia, parte o todo el apoyo de los padres por muerte o separación; en una tercera parte de los casos el padre murió violentamente, mientras éstos se observó en solamente el 0.06% de la población normal. Por consiguiente, el rompimiento de las relaciones padres e hijos tendería a ser una de las fuertes causas de accidentes. Y es por eso la importancia de los vínculos familiares en los accidentes de trabajo.
Mediante la aplicación de un test de frases incompletas en dos grupos de sujetos, Davis y Mahoney (1.957) encontraron que personas poliaccidentadas manifestaban menos optimismo y confianza, así como una peor disposición social y actitudes negativas frente al trabajo, más acentuadas que en el caso de los sujetos no accidentados.
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